Nicolás y Carolina tienen dos hijos con atrofia muscular espinal proximal, y como todos los niños, lo único que quieren al llegar del jardín es salir a jugar.
Sin embargo, la realidad se presenta una vez más: el barrio tiene calles de tierra -en los días de lluvia el desplazamiento con la silla de ruedas es imposible- y la plaza más cercana se encuentra a 20 cuadras y no tiene juegos preparados para chicos con sillas.
Conocé el testimonio de una familia que busca sortear las adversidades en una realidad que muchas veces los supera.